Era muy curioso ciertas costumbre que tenía y que todavía conserva, sobre todo al dormir. Necesita estar cerca de alguien, normalmente su madre, para, a la hora de dormir, poder acariciar la cara y sobre todo coger la oreja de la persona que tenga al lado. De esta forma se queda el tío frito en dos minutos.
Empezaba ya a tener sus "amiguitos", por ejemplo los patitos con los que se bañaba todos los días, o su amiga la ardilla que le daba en la cara con el rabo y le hacía partirse de risa.
Todo hacía indicar que estábamos ante un verdadero figura...

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